Pocas ciudades de España de las dimensiones de la nuestra cuentan en su historia con la intervención de uno de los más grandes estadistas españoles de todos los tiempos. Me refiero como todos os imagináis a Don Antonio Cánovas del Castillo , historiador , enamorado de la historia de España, jurista, político y estadista de la segunda mitad del siglo XIX.
“La Historia me ha hecho llegar a la política” es una de las célebres frases de este ilustre malagueño, hijo de un maestro de escuela de Orihuela , Antonio Cánovas García y de Juana del Castillo y Estébanez , prima del escritor Serafín Estébanez , entró desde joven a trabajar para la administración de ferrocarriles por medio de la influencia de su tío Serafín. Estudió Derecho en Madrid y formó parte de la Unión Liberal partido centrista liderado por Leopoldo O'Donnell , durante este periodo , 1854 , redactó el co-nocido Manifiesto de Manzanares y más tarde , hasta 1868 fue ministro de varias carteras importantes y director general de Administración Pública.
Una vez pasados los vaivenes y desórdenes del Sexenio Revolucionario (1868-1874) Cánovas lideró la causa de la Restauración borbónica e ideó un sistema político de inspiración británica basado en el turno pacífico de dos grandes partidos que permitiera dar estabilidad a la sociedad española después de las agitaciones , las guerras civiles , los pronunciamientos y los espadonazos del reinado de Isabel II y del ya mencionado Sexenio Revolucionario.
Concluyó las guerras carlistas y selló un pacto con la burguesía vasca y navarra basado en el conocido sistema de conciertos, firmó la paz de Zanjón con los independentistas cubanos y puso en marcha todo un edificio legal que sentara las bases de un desarrollo armónico y moderno de la sociedad española: Códigos Civil y de Comercio, Leyes de Enjuiciamiento Civil y Criminal diseñadas todas bajo la dirección de Manuel Alonso Martínez , artífice también de la Constitución de 1876.
El sistema estaba basado fundamentalmente en un gobierno de notables , bien fueran notables antiguos procedentes de la nobleza del Viejo Régimen, notables empleados en la administración o notables nuevos ricos recién salidos de las desamortizaciones de bienes eclesiásticos y locales promovidas por Mendizábal y Madoz.
Con sus defectos pero también con sus virtudes el sistema ideado por Cánovas funcionó durante casi cincuenta años, aunque ya digo, parcialmente por la falta de dinamismo de los españoles . Los notables no fueron todo lo notables que debían , las paupérrimas clases medias urbanas con cierta instrucción estaban más preocupadas de su colocación en la administración pública si-uiendo el turno de partidos que en la búsqueda de nuevos medios de vida y los dirigentes del proletariado estaban únicamente empeñados en el marxismo más ortodoxo y en el anarquismo más acérrimo.
Fruto de este extremismo fue el asesinato de Don Antonio en el balneario de Santa Águeda en Guipúzcoa en 1897 , con ello España perdía a uno de sus grandes hombres de Estado en el momento que más se le necesitaba, la crisis de Cuba, no sabemos lo que hubiera ocurrido de haber seguido gobernando Cánovas , lo cierto es que ocurrió el desastre del 98 , lo demás queda para la historia ficción.
“La Historia me ha hecho llegar a la política” es una de las célebres frases de este ilustre malagueño, hijo de un maestro de escuela de Orihuela , Antonio Cánovas García y de Juana del Castillo y Estébanez , prima del escritor Serafín Estébanez , entró desde joven a trabajar para la administración de ferrocarriles por medio de la influencia de su tío Serafín. Estudió Derecho en Madrid y formó parte de la Unión Liberal partido centrista liderado por Leopoldo O'Donnell , durante este periodo , 1854 , redactó el co-nocido Manifiesto de Manzanares y más tarde , hasta 1868 fue ministro de varias carteras importantes y director general de Administración Pública.
Una vez pasados los vaivenes y desórdenes del Sexenio Revolucionario (1868-1874) Cánovas lideró la causa de la Restauración borbónica e ideó un sistema político de inspiración británica basado en el turno pacífico de dos grandes partidos que permitiera dar estabilidad a la sociedad española después de las agitaciones , las guerras civiles , los pronunciamientos y los espadonazos del reinado de Isabel II y del ya mencionado Sexenio Revolucionario.
Concluyó las guerras carlistas y selló un pacto con la burguesía vasca y navarra basado en el conocido sistema de conciertos, firmó la paz de Zanjón con los independentistas cubanos y puso en marcha todo un edificio legal que sentara las bases de un desarrollo armónico y moderno de la sociedad española: Códigos Civil y de Comercio, Leyes de Enjuiciamiento Civil y Criminal diseñadas todas bajo la dirección de Manuel Alonso Martínez , artífice también de la Constitución de 1876.
El sistema estaba basado fundamentalmente en un gobierno de notables , bien fueran notables antiguos procedentes de la nobleza del Viejo Régimen, notables empleados en la administración o notables nuevos ricos recién salidos de las desamortizaciones de bienes eclesiásticos y locales promovidas por Mendizábal y Madoz.
Con sus defectos pero también con sus virtudes el sistema ideado por Cánovas funcionó durante casi cincuenta años, aunque ya digo, parcialmente por la falta de dinamismo de los españoles . Los notables no fueron todo lo notables que debían , las paupérrimas clases medias urbanas con cierta instrucción estaban más preocupadas de su colocación en la administración pública si-uiendo el turno de partidos que en la búsqueda de nuevos medios de vida y los dirigentes del proletariado estaban únicamente empeñados en el marxismo más ortodoxo y en el anarquismo más acérrimo.
Fruto de este extremismo fue el asesinato de Don Antonio en el balneario de Santa Águeda en Guipúzcoa en 1897 , con ello España perdía a uno de sus grandes hombres de Estado en el momento que más se le necesitaba, la crisis de Cuba, no sabemos lo que hubiera ocurrido de haber seguido gobernando Cánovas , lo cierto es que ocurrió el desastre del 98 , lo demás queda para la historia ficción.
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