Amaneció la mañana nevada, era 24 de Diciembre, las calles llenas de gente, ultimaban sus compras navideñas. ¡Ya está aquí la Navidad!, gritaban los más pequeños. Yo iba caminando por la calle, pensando en el último regalo que aún me faltaba por comprar, de repente observé una puerta entreabierta y una preciosa niña de grandes ojos negros que me invitaba a pasar. No fui capaz de resistirme y entré con una gran curiosidad.
Aquello parecía un mundo paralelo. Era Manzanares, de eso estaba convencida, pero mi pueblo estaba transformado: no era el pueblo alegre y feliz que había observado en mi paseo. Miraba a mi alrededor y la gente no sonreí. Me acerqué a aquella pequeña niña y le pregunté: ¿dónde estoy?; ella, con una dulce sonrisa, me contestó: estás en Manzanares, ¿no lo ves? Perpleja me quedé ante su respuesta. Me dispuse a caminar. A aquellas personas que observaba las conocía, todas ellas eran de mi pueblo. Me iba deteniendo a hablar con ellas y sus historias me estremecían. Todas estaban pasando por una situación difícil: paro, enfermedad, malos tratos, indiferencia, marginación, familias desestructuradas… Charlaba con todas ellas intentando buscar una solución. Muchas de ellas me decían que no podrían celebrar la Navidad: no tenían nada, llevaban mucho tiempo sin ingresar dinero en casa. Los Reyes Magos no pasarían por el Manzanares paralelo. Aquello, realmente, me impactó. Por más que intentaba entender el por qué de tanta amargura, no lo conseguía.
Realmente el espíritu navideño se había perdido de nuestra sociedad. La gente estaba más preocupada en cenas de gala, vestidos bonitos, regalos caros y sorprendentes, que realmente en el mensaje de la Navidad. Me paré a pensar si alguien recordaba el motivo de estos días de fiesta, si alguien sabía que la Navidad es el nacimiento de Cristo y por ello las familias se unen, se cantan villancicos, intentando hacer felices a los que nos rodean. Pensé que todo eso está perdido, ausente, como si ya no importase.
Les pregunté qué se podría hacer. Ellos decían que la solución no era nada fácil, ya eran muchos meses de pasar calamidades y que nadie se acordaba de ellos: era como si todos mirasen a otro lado y no quisieran darse cuenta de la realidad. Una joven me miro a los ojos. Los suyos estaban vidriosos y con una sonrisa me dijo: “que nunca les pase a ellos, todo el mundo puede llegar a esta situación”. Me quedé pensando en sus palabras y llevaba toda la razón: en estos momentos nadie estamos libres de entrar y comenzar a vivir en el Manzanares paralelo.
Me fui despidiendo de ellos y les aseguré que hablaría de su situación a todo el mundo y que intentaría buscar ayuda, alguna solución, que lo difundiría a través de algún medio de comunicación, que tuviesen fe y paciencia…
Al salir por la puerta, me despedí de aquella pequeña de grandes ojos negros, al besarla, me susurró al oído, “busca en el pueblo ángeles que nos ayuden, quiero vivir la Navidad”. Me fui con el corazón hecho mil pedazos.
Y ahora, a vosotros, vecinos y vecinas de Manzanares, os toca escribir el final del cuento. Bueno, mejor de la realidad de nuestro pueblo; no todo el mundo vive una situación fácil y cómoda y en nuestras manos está el ayudarles, ¿nos vamos a quedar con los brazos cruzados?, NOS PUEDE PASAR A CUALQUIERA. ¡FELIZ NAVIDAD A TODOS/AS!
Aquello parecía un mundo paralelo. Era Manzanares, de eso estaba convencida, pero mi pueblo estaba transformado: no era el pueblo alegre y feliz que había observado en mi paseo. Miraba a mi alrededor y la gente no sonreí. Me acerqué a aquella pequeña niña y le pregunté: ¿dónde estoy?; ella, con una dulce sonrisa, me contestó: estás en Manzanares, ¿no lo ves? Perpleja me quedé ante su respuesta. Me dispuse a caminar. A aquellas personas que observaba las conocía, todas ellas eran de mi pueblo. Me iba deteniendo a hablar con ellas y sus historias me estremecían. Todas estaban pasando por una situación difícil: paro, enfermedad, malos tratos, indiferencia, marginación, familias desestructuradas… Charlaba con todas ellas intentando buscar una solución. Muchas de ellas me decían que no podrían celebrar la Navidad: no tenían nada, llevaban mucho tiempo sin ingresar dinero en casa. Los Reyes Magos no pasarían por el Manzanares paralelo. Aquello, realmente, me impactó. Por más que intentaba entender el por qué de tanta amargura, no lo conseguía.
Realmente el espíritu navideño se había perdido de nuestra sociedad. La gente estaba más preocupada en cenas de gala, vestidos bonitos, regalos caros y sorprendentes, que realmente en el mensaje de la Navidad. Me paré a pensar si alguien recordaba el motivo de estos días de fiesta, si alguien sabía que la Navidad es el nacimiento de Cristo y por ello las familias se unen, se cantan villancicos, intentando hacer felices a los que nos rodean. Pensé que todo eso está perdido, ausente, como si ya no importase.
Les pregunté qué se podría hacer. Ellos decían que la solución no era nada fácil, ya eran muchos meses de pasar calamidades y que nadie se acordaba de ellos: era como si todos mirasen a otro lado y no quisieran darse cuenta de la realidad. Una joven me miro a los ojos. Los suyos estaban vidriosos y con una sonrisa me dijo: “que nunca les pase a ellos, todo el mundo puede llegar a esta situación”. Me quedé pensando en sus palabras y llevaba toda la razón: en estos momentos nadie estamos libres de entrar y comenzar a vivir en el Manzanares paralelo.
Me fui despidiendo de ellos y les aseguré que hablaría de su situación a todo el mundo y que intentaría buscar ayuda, alguna solución, que lo difundiría a través de algún medio de comunicación, que tuviesen fe y paciencia…
Al salir por la puerta, me despedí de aquella pequeña de grandes ojos negros, al besarla, me susurró al oído, “busca en el pueblo ángeles que nos ayuden, quiero vivir la Navidad”. Me fui con el corazón hecho mil pedazos.
Y ahora, a vosotros, vecinos y vecinas de Manzanares, os toca escribir el final del cuento. Bueno, mejor de la realidad de nuestro pueblo; no todo el mundo vive una situación fácil y cómoda y en nuestras manos está el ayudarles, ¿nos vamos a quedar con los brazos cruzados?, NOS PUEDE PASAR A CUALQUIERA. ¡FELIZ NAVIDAD A TODOS/AS!
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