Desde hace muchos años, el Partido Socialista de Manzanares promueve y desarrolla los denominados Planes de Empleo locales, invirtiendo todos los años una parte importantísima de los ingresos- procedentes de nuestros impuestos-, al desarrollo de estos programas. A día de hoy, y para desgracia de nuestro Sr. Alcalde, cada vez hay más gente que piensa que estos Planes de Empleo lo único que consiguen, a largo plazo, es generar cada vez más desmotivación, más dependencia, más frustración, más desencanto, más pobreza moral y más miseria económica. Vamos a explicar por qué.
Como todo el mundo sabe, todos, absolutamente todos los gastos que realizan las administraciones públicas deben de satisfacerse mediante el pago de impuestos, ya sean impuestos presentes o impuestos futuros (a través de deuda pública). Debemos de dejar bien sentado que cada euro que gastan nuestras administraciones es obtenido por la vía impositiva.
Es evidente que ciertas obras públicas son realmente necesarias porque atienden a demandas populares, por ejemplo, las canalizaciones de las aguas, el arreglo del emisario a la depuradora, etc. Estas obras, las necesarias, pocas veces, por no decir ninguna, se confían a los Planes de Empleo. En cambio son ejecutadas por empresas privadas, con lo cual el contribuyente se queda más tranquilo, porque en el imaginario colectivo está claramente asentada la idea de que la empresa privada es más eficaz, eficiente y más rentable que la administración pública.
Pero ahora nos vamos a referir a las obras públicas consideradas como un medio para combatir el paro, o sea, a las obras públicas que son llevadas a cabo a tra-vés de los Planes de Empleo, o como dice nuestro Alcalde, que sólo sirven para pagar salarios.
Si se reforma la Calle Toledo o el Paseo de la Estación para hacer aparcamientos, debido a que son necesarias más plazas de parking, y se tiene que retirar la “zona azul”, y estas obras son más necesarias que las cosas en las que los contribuyentes hubiesen gastado su dinero, de no haberles cobrado los impuestos necesarios para su ejecución, nada hay que objetar. Pero una obra como puede ser la peatonalización de la calle Francisco Elipe, que se lleva a cabo, principalmen-te, para proporcionar trabajo y dar salarios, es de una clase muy distinta.
Cuando el proporcionar empleo se convierte en una finalidad, la necesidad pasa a ser una cuestión secun-daria, y, en lugar de pensar sólo donde se deben realizar las obras, los administradores socialistas empiezan por preguntarse dónde pueden ser realizadas. Continuamente nuestros administradores socialistas buscan razones que resulten aceptables para que este tipo de obras se lleven a cabo, y, paralelamente, a todos aquellos que expongamos dudas sobre su verdadera necesidad nos tacharán de “faltos de sensibilidad”, “de derecha ultramontana” o de “reaccionarios”.
Dos son los argumentos que los administradores socialistas formulan a favor de las obras que se realizan para luchar contra el desempleo: el primero, se argumenta antes de su ejecución, y el segundo, cuando la obra está terminada.
En el primero, se afirma que tal obra proporcionará trabajo. Por ejemplo, en el caso de la peatonalización de la calle Francisco Elipe, se dio trabajo a siete personas durante tres meses. Esto es lo que se puede ver a primera vista. Y es aquí donde hemos de considerar las consecuencias remotas, por encima de las inmediatas, y tener en cuenta quién se ve indirectamente afectado por este proyecto de la administración, en lugar de concentrarnos, simplemente, en quienes se benefician de él de una manera directa. Cierto es que un grupo de obreros obtiene un empleo y un salario que, de otro modo, hubieran carecido. Pero la obra ha sido realizada con el dinero conseguido mediante impuestos, es decir, cada euro gastado en esa obra, ha sido pagado por los contribuyentes. Si la obra cuesta una determinada cantidad entre sueldos y materiales, esa cantidad ha debido de ser satisfecha previamente vía impositiva. Por tal motivo, los contribuyentes nos encontraremos con que no hemos podido emplear ese dinero en las cosas que más necesitábamos y que realmente considerábamos más útiles, hasta el punto de que hubiéramos pagado dinero por ellas.
En consecuencia, por cada empleo creado con motivo de la ejecución de esa obra, se ha destruido otro em-pleo en otra parte. Con este sistema socialista de creación de empleo, pudimos ver a los obreros em-pleados en la obra de la calle Francisco Elipe, pudimos observarlos trabajando, y ahora se contempla la obra una vez finalizada. Pero lo que muy pocos vieron, y, por supuesto, ningún dirigente socialista quiso ni que-rrá ver, fueron los jornales que quedaron destruidos por los impuestos percibidos para que se llevara a ca-bo la ejecución de esta obra, como tampoco se verán las mercancías o servicios que nunca llegaron a existir, simplemente porque nunca se llegaron a crear, y así no ver la riqueza que no ha sido creada gracias a que se peatonalizó la calle Francisco Elipe para dar unos cuantos salarios.
Existen centenares de descabellados proyectos que, invariablemente, se ejecutan persiguiendo, como objetivo principal, el “proporcionar empleo”, “dar trabajo a la gente” y “dar salarios”. En el caso de la calle Francisco Elipe, se construyeron dos muros, después de derrumbaron y finalmente, se peatonalizó la calle. Si, desde un principio, se hubiese tenido claro lo que se quería hacer, y se hubiera contratado a una empresa privada, esta obra nos hubiera salido mucho más barata a los contribuyentes. Pero como lo único que en realidad se pretendió fue “dar trabajo, empleo y salarios”, la obra salió muchísimo más cara, y se dejaron de producir los bienes y servicios que de verdad hubieran deseado que se produjeran los que un día pagaron impuestos para que esta obra se hiciera realidad.
Como acabamos de comprobar, cuanto más ruinosa sea la obra, y más elevado sea su coste, mejor cumplirá el propósito de proporcionar empleo. En tales circunstancias, es imposible que los proyectos madurados por los dirigentes socialistas proporcionen la misma suma de riqueza y el mismo bienestar por euro gastado que los que proporcionarían los propios contribuyentes si, en lugar de verse obligados a entregar parte de sus legítimos ingresos a la administración, se les permitiera invertirlos en lo que ellos mismos prefieran.
En este sentido, cabe señalar que lo que se está haciendo en realidad con este tipo de obras públicas es empobrecer cada vez más a la sociedad, porque estaremos empleando el dinero en un tipo de obras que de otra forma nos podrían salir más baratas y estamos impidiendo que se fabriquen o se presten los bienes o los servicios que de verdad nos serían más útiles a todos, o lo que es lo mismo, estamos ponie-do trabas a la creación de verdadera riqueza.
Un pueblo, una comunidad o una nación no es más rica porque en ella circule más dinero, sino que será más rica cuantos más y mejores bienes y servicios se produzcan en ella. Es evidente que todas las políticas encaminadas a crear riqueza nos enriquecerán a todos, mientras que todas las políticas que destruyan riqueza o impidan que ésta se cree, en realidad lo que hacen es empobrecernos. Mientras que el Partido Socialista local siga impulsando los Planes de Empleo, nos seguirá empobreciendo. Y la prueba más contundente que nos confirma esta aseveración la tenemos en las palabras del propio Sr. Alcalde cuando vino a Manzanares la Sra. Consejera de Trabajo y Empleo, y nuestro primer edil le requirió más esfuerzos para incorporar a Manzanares a los planes de empleo de las zonas más deprimidas de la provincia. De-pués de veinticinco años de gobierno socialista, Manzanares, un pueblo próspero, con perspectivas de crecimiento y con innumerables ventajas con respecto a los pueblos de los alrededores, se ha convertido en un pueblo que desea incluirse en el grupo de las zonas deprimidas de la provincia.
Esa es la dirección que está siguiendo nuestro pueblo en manos del Partido Socialista: la de aproximarnos cada vez más a la pobreza y a la miseria. Y es muy probable que de todo ello tengan bastante culpa todos aquellos que llevan años y años promoviendo y favoreciendo los, económicamente hablando, nefas-tos Planes de Empleo.
Coletilla: Ya en el Imperio Romano, para mantener la Pax, se promovían en algunos casos obras por parte de la administración, para mantener “entretenidos” a los ocupados. Finalmente, el Imperio cayó y a todos se nos ha dicho que fue a causa de los ataques de los bárbaros. ¿Seguro?
Como todo el mundo sabe, todos, absolutamente todos los gastos que realizan las administraciones públicas deben de satisfacerse mediante el pago de impuestos, ya sean impuestos presentes o impuestos futuros (a través de deuda pública). Debemos de dejar bien sentado que cada euro que gastan nuestras administraciones es obtenido por la vía impositiva.
Es evidente que ciertas obras públicas son realmente necesarias porque atienden a demandas populares, por ejemplo, las canalizaciones de las aguas, el arreglo del emisario a la depuradora, etc. Estas obras, las necesarias, pocas veces, por no decir ninguna, se confían a los Planes de Empleo. En cambio son ejecutadas por empresas privadas, con lo cual el contribuyente se queda más tranquilo, porque en el imaginario colectivo está claramente asentada la idea de que la empresa privada es más eficaz, eficiente y más rentable que la administración pública.
Pero ahora nos vamos a referir a las obras públicas consideradas como un medio para combatir el paro, o sea, a las obras públicas que son llevadas a cabo a tra-vés de los Planes de Empleo, o como dice nuestro Alcalde, que sólo sirven para pagar salarios.
Si se reforma la Calle Toledo o el Paseo de la Estación para hacer aparcamientos, debido a que son necesarias más plazas de parking, y se tiene que retirar la “zona azul”, y estas obras son más necesarias que las cosas en las que los contribuyentes hubiesen gastado su dinero, de no haberles cobrado los impuestos necesarios para su ejecución, nada hay que objetar. Pero una obra como puede ser la peatonalización de la calle Francisco Elipe, que se lleva a cabo, principalmen-te, para proporcionar trabajo y dar salarios, es de una clase muy distinta.
Cuando el proporcionar empleo se convierte en una finalidad, la necesidad pasa a ser una cuestión secun-daria, y, en lugar de pensar sólo donde se deben realizar las obras, los administradores socialistas empiezan por preguntarse dónde pueden ser realizadas. Continuamente nuestros administradores socialistas buscan razones que resulten aceptables para que este tipo de obras se lleven a cabo, y, paralelamente, a todos aquellos que expongamos dudas sobre su verdadera necesidad nos tacharán de “faltos de sensibilidad”, “de derecha ultramontana” o de “reaccionarios”.
Dos son los argumentos que los administradores socialistas formulan a favor de las obras que se realizan para luchar contra el desempleo: el primero, se argumenta antes de su ejecución, y el segundo, cuando la obra está terminada.
En el primero, se afirma que tal obra proporcionará trabajo. Por ejemplo, en el caso de la peatonalización de la calle Francisco Elipe, se dio trabajo a siete personas durante tres meses. Esto es lo que se puede ver a primera vista. Y es aquí donde hemos de considerar las consecuencias remotas, por encima de las inmediatas, y tener en cuenta quién se ve indirectamente afectado por este proyecto de la administración, en lugar de concentrarnos, simplemente, en quienes se benefician de él de una manera directa. Cierto es que un grupo de obreros obtiene un empleo y un salario que, de otro modo, hubieran carecido. Pero la obra ha sido realizada con el dinero conseguido mediante impuestos, es decir, cada euro gastado en esa obra, ha sido pagado por los contribuyentes. Si la obra cuesta una determinada cantidad entre sueldos y materiales, esa cantidad ha debido de ser satisfecha previamente vía impositiva. Por tal motivo, los contribuyentes nos encontraremos con que no hemos podido emplear ese dinero en las cosas que más necesitábamos y que realmente considerábamos más útiles, hasta el punto de que hubiéramos pagado dinero por ellas.
En consecuencia, por cada empleo creado con motivo de la ejecución de esa obra, se ha destruido otro em-pleo en otra parte. Con este sistema socialista de creación de empleo, pudimos ver a los obreros em-pleados en la obra de la calle Francisco Elipe, pudimos observarlos trabajando, y ahora se contempla la obra una vez finalizada. Pero lo que muy pocos vieron, y, por supuesto, ningún dirigente socialista quiso ni que-rrá ver, fueron los jornales que quedaron destruidos por los impuestos percibidos para que se llevara a ca-bo la ejecución de esta obra, como tampoco se verán las mercancías o servicios que nunca llegaron a existir, simplemente porque nunca se llegaron a crear, y así no ver la riqueza que no ha sido creada gracias a que se peatonalizó la calle Francisco Elipe para dar unos cuantos salarios.
Existen centenares de descabellados proyectos que, invariablemente, se ejecutan persiguiendo, como objetivo principal, el “proporcionar empleo”, “dar trabajo a la gente” y “dar salarios”. En el caso de la calle Francisco Elipe, se construyeron dos muros, después de derrumbaron y finalmente, se peatonalizó la calle. Si, desde un principio, se hubiese tenido claro lo que se quería hacer, y se hubiera contratado a una empresa privada, esta obra nos hubiera salido mucho más barata a los contribuyentes. Pero como lo único que en realidad se pretendió fue “dar trabajo, empleo y salarios”, la obra salió muchísimo más cara, y se dejaron de producir los bienes y servicios que de verdad hubieran deseado que se produjeran los que un día pagaron impuestos para que esta obra se hiciera realidad.
Como acabamos de comprobar, cuanto más ruinosa sea la obra, y más elevado sea su coste, mejor cumplirá el propósito de proporcionar empleo. En tales circunstancias, es imposible que los proyectos madurados por los dirigentes socialistas proporcionen la misma suma de riqueza y el mismo bienestar por euro gastado que los que proporcionarían los propios contribuyentes si, en lugar de verse obligados a entregar parte de sus legítimos ingresos a la administración, se les permitiera invertirlos en lo que ellos mismos prefieran.
En este sentido, cabe señalar que lo que se está haciendo en realidad con este tipo de obras públicas es empobrecer cada vez más a la sociedad, porque estaremos empleando el dinero en un tipo de obras que de otra forma nos podrían salir más baratas y estamos impidiendo que se fabriquen o se presten los bienes o los servicios que de verdad nos serían más útiles a todos, o lo que es lo mismo, estamos ponie-do trabas a la creación de verdadera riqueza.
Un pueblo, una comunidad o una nación no es más rica porque en ella circule más dinero, sino que será más rica cuantos más y mejores bienes y servicios se produzcan en ella. Es evidente que todas las políticas encaminadas a crear riqueza nos enriquecerán a todos, mientras que todas las políticas que destruyan riqueza o impidan que ésta se cree, en realidad lo que hacen es empobrecernos. Mientras que el Partido Socialista local siga impulsando los Planes de Empleo, nos seguirá empobreciendo. Y la prueba más contundente que nos confirma esta aseveración la tenemos en las palabras del propio Sr. Alcalde cuando vino a Manzanares la Sra. Consejera de Trabajo y Empleo, y nuestro primer edil le requirió más esfuerzos para incorporar a Manzanares a los planes de empleo de las zonas más deprimidas de la provincia. De-pués de veinticinco años de gobierno socialista, Manzanares, un pueblo próspero, con perspectivas de crecimiento y con innumerables ventajas con respecto a los pueblos de los alrededores, se ha convertido en un pueblo que desea incluirse en el grupo de las zonas deprimidas de la provincia.
Esa es la dirección que está siguiendo nuestro pueblo en manos del Partido Socialista: la de aproximarnos cada vez más a la pobreza y a la miseria. Y es muy probable que de todo ello tengan bastante culpa todos aquellos que llevan años y años promoviendo y favoreciendo los, económicamente hablando, nefas-tos Planes de Empleo.
Coletilla: Ya en el Imperio Romano, para mantener la Pax, se promovían en algunos casos obras por parte de la administración, para mantener “entretenidos” a los ocupados. Finalmente, el Imperio cayó y a todos se nos ha dicho que fue a causa de los ataques de los bárbaros. ¿Seguro?
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