Quizá sea el hecho histórico más significativo que hemos tenido en Manzanares, con repercusión Nacional e internacional. Personajes de la época que tuvieron gran renombre, políticos de primera categoría y una declaración que si la leen no tiene desperdicio, aún ahora, más de 150 años después. El nombre es para recordar el Manifiesto firmado en Manzanares el 7 de julio de 1854. En Manzanares estuvieron el General O´Donnell, Cánovas del Castillo, personajes ilustres de la época, y aquí se firmó un Manifiesto, que fue un canto a la libertad, al progresismo y un frente a la corrupción, donde se decían párrafos tan románticos como estos, "Día es, pues, de decir lo que estamos resueltos á hacer en el de la victoria...sin camarillas que lo deshonren..." o ese otro “...del triunfo de la libertad y de las leyes que hemos jurado defender”. Si nuestro pueblo no recuerda su historia, aquí estamos nosotros para recordársela. El Manifiesto integro es el siguiente:
Españoles: La entusiasta acogida que va encontrando en los pueblos el Ejército liberal; el esfuerzo de los soldados que le componen, tan heroicamente mostrado en los campos de Vicálvaro; el aplauso con que en todas partes ha sido recibida la noticia de nuestro patriótico alzamiento, aseguran desde ahora el triunfo de la libertad y de las leyes que hemos jurado defender. Dentro de pocos días, la mayor parte de las provincias habrá sacudido el yugo de los tiranos; el Ejército entero habrá venido a ponerse bajo nuestras banderas, que son las leales; la nación disfrutará los beneficios del régimen representativo, por el cual ha derramado hasta ahora tanta sangre inútil y ha soportado tan costosos sacrificios. Día es, pues, de decir lo que estamos resueltos a hacer en el de la victoria. Nosotros queremos la conservación del trono, pero sin camarilla que lo deshonre; queremos la práctica rigurosa de las leyes fundamentales, mejorándolas, sobre todo la electoral y la de imprenta; queremos la rebaja de los impuestos, fundada en una estricta economía; queremos que se respeten en los empleos militares y civiles la antigüedad y los merecimientos; queremos arrancar los pueblos a la centralización que los devora, dándoles la independencia local necesaria para que conserven y aumenten sus intereses propios, y como garantía de todo esto queremos y plantearemos, bajo sólidas bases, la Milicia Nacional. Tales son nuestros intentos, que expresamos francamente, sin imponerlos por eso a la nación. Las Juntas de gobierno que deben irse constituyendo en las provincias libres; las Cortes generales que luego se reúnan; la misma nación, en fin, fijará las bases definitivas de la regeneración liberal a que aspiramos. Nosotros tenemos consagradas a la voluntad nacional nuestras espadas, y no las envainaremos hasta que ella esté cumplida.
Cuartel general de Manzanares, a 6 de julio de 1854. El general en jefe del Ejército constitucional, Leopoldo O'Donnell, conde de Lucena.
Queremos con este título recordar aquel hecho histórico, copiar su espíritu e intenciones, y que sirva para abanderar la senda de la regeneración política en Manzanares. Deseamos trasladar a los lectores la necesidad de un cambio y mostrarles que es posible hacer las cosas de otra manera. Si aquel Manifiesto del 7 de julio de 1854 permitió una regeneración política, esperamos que este nuevo periódico publicado el 14 de septiembre de 2009, haga lo mismo.
El Manifiesto termina de una forma muy romántica para el lenguaje militar de aquella época, diciendo “Nosotros tenemos consagradas a la voluntad nacional nuestras espadas, y no las envainaremos hasta que ella esté cumplida.”. Nuestra única arma es la palabra, eso sí, consagrada a la voluntad local, y no la envainaremos hasta que la regeneración política esté cumplida.
Españoles: La entusiasta acogida que va encontrando en los pueblos el Ejército liberal; el esfuerzo de los soldados que le componen, tan heroicamente mostrado en los campos de Vicálvaro; el aplauso con que en todas partes ha sido recibida la noticia de nuestro patriótico alzamiento, aseguran desde ahora el triunfo de la libertad y de las leyes que hemos jurado defender. Dentro de pocos días, la mayor parte de las provincias habrá sacudido el yugo de los tiranos; el Ejército entero habrá venido a ponerse bajo nuestras banderas, que son las leales; la nación disfrutará los beneficios del régimen representativo, por el cual ha derramado hasta ahora tanta sangre inútil y ha soportado tan costosos sacrificios. Día es, pues, de decir lo que estamos resueltos a hacer en el de la victoria. Nosotros queremos la conservación del trono, pero sin camarilla que lo deshonre; queremos la práctica rigurosa de las leyes fundamentales, mejorándolas, sobre todo la electoral y la de imprenta; queremos la rebaja de los impuestos, fundada en una estricta economía; queremos que se respeten en los empleos militares y civiles la antigüedad y los merecimientos; queremos arrancar los pueblos a la centralización que los devora, dándoles la independencia local necesaria para que conserven y aumenten sus intereses propios, y como garantía de todo esto queremos y plantearemos, bajo sólidas bases, la Milicia Nacional. Tales son nuestros intentos, que expresamos francamente, sin imponerlos por eso a la nación. Las Juntas de gobierno que deben irse constituyendo en las provincias libres; las Cortes generales que luego se reúnan; la misma nación, en fin, fijará las bases definitivas de la regeneración liberal a que aspiramos. Nosotros tenemos consagradas a la voluntad nacional nuestras espadas, y no las envainaremos hasta que ella esté cumplida.
Cuartel general de Manzanares, a 6 de julio de 1854. El general en jefe del Ejército constitucional, Leopoldo O'Donnell, conde de Lucena.
Queremos con este título recordar aquel hecho histórico, copiar su espíritu e intenciones, y que sirva para abanderar la senda de la regeneración política en Manzanares. Deseamos trasladar a los lectores la necesidad de un cambio y mostrarles que es posible hacer las cosas de otra manera. Si aquel Manifiesto del 7 de julio de 1854 permitió una regeneración política, esperamos que este nuevo periódico publicado el 14 de septiembre de 2009, haga lo mismo.
El Manifiesto termina de una forma muy romántica para el lenguaje militar de aquella época, diciendo “Nosotros tenemos consagradas a la voluntad nacional nuestras espadas, y no las envainaremos hasta que ella esté cumplida.”. Nuestra única arma es la palabra, eso sí, consagrada a la voluntad local, y no la envainaremos hasta que la regeneración política esté cumplida.