SEIS AÑOS DE LUTO Manuel Martín-Gaitero López de la Manzanara

En este mes se cumplen seis años desde los atentados del 11-M. Sólo seis años y, a aquella pujante España de 2004, hoy no la reconoce ni la madre que la parió. ¡Cuántas cosas han sucedido desde entonces y qué malas, casi todas, para la sociedad española!
Hemos retrocedido en materia de libertades públicas y derechos fundamentales con el aborto libre, con las leyes “de género”, con la creciente desigualdad entre comunidades autónomas, con el recorte de libertades educativas, con las amenazas a la libertad religiosa … La independencia del poder Judicial y la de los medios de comunicación quedaron por el camino hace tiempo. La vida política nacional se convulsionó con la negociación del Gobierno con ETA, que aún colea en el caso Faisán, con la corrupción o con la memoria histórica selectiva y revanchista. En política internacional España se ha convertido en el hazmerreír del mundo civilizado, mientras nuestros dirigentes se codean con dictaduras abyectas o teocracias feudales. Y todo ello para llegar a la escena actual con una tremenda crisis económica, primero ocultada, luego negada y finalmente adjudicada a los malvados mercados financieros, intentando eludir la responsabilidad del peor gobierno de la democracia que continúa sin hacer nada bueno ante una situación de quiebra inminente y cinco millones de parados.
En términos bíblicos y exagerando la nota, el 11-M fue el pecado original que nos expulsó del paraíso para abocarnos a la incertidumbre, al sufrimiento, al miedo, a la vergüenza, al retroceso social y político. Seis años después seguimos sin conocer quién fue la bíblica serpiente, y no me refiero a la que se enrosca alrededor de un hacha, que nos engañó para que tomásemos el camino que nos ha llevado a alcanzar, como decía Marx (Groucho), las más altas cimas de la miseria.
Algunos manzanareños fueron víctimas directas el 11-M, porque iban en los trenes. Indirectamente, todos somos víctimas, porque seguimos sufriendo las consecuencias de los atentados. Por Manzanares han pasado o lo harán, en el marco de la Escuela de Ciudadanos del Sr. Román Orozco, otros protagonistas destacados de los sucesos acaecidos entre el 11 y el 14 de marzo de 2004: Iñaki Gabilondo, fabulador de islamistas suicidas con varias capas de calzoncillos, o Almudena Grandes, ferviente animadora del ataque a las sedes del Partido Popular en plena jornada de reflexión. Con-viene no olvidar el papel de cada cual en aquellos aciagos días.
Si nos ceñimos al terreno policial y judicial, todo lo relacionado con los atentados de Atocha, desde el mismo día 11 de marzo de 2004, es confusión, sospecha, manipulación o contradicción. La inmensa mayoría de los detenidos entre el 11 y el 14 de marzo fueron puestos en libertad por no guardar relación con los atenta-dos. La instrucción del sumario fue un desastre. Desparecieron toneladas de pruebas, para acabar analizando cuatro tornillos. Hubo que repetir el análisis de explosivos con unas exiguas mues-tras previamente lavadas. El Tribunal desechó algunas pruebas manifiestamente falsas, pero no hizo nada por detener a quienes las habían colocado. Todas las pruebas que la sentencia da por buenas aparecieron fuera del escenario del crimen, ninguna en los mismos trenes o en las víctimas.
Seis años más tarde aún ignoramos la identidad de los autores intelectuales del 11-M, pero tenemos la certeza de que es una trola casi todo lo que nos han contado desde los medios oficiales. De vez en cuando queda al descubierto alguna nueva mentira, como en días pasados al hacerse público el vídeo del análisis de explosivos, lo que nos hace estar un poco más cerca de la verdad. En el caso de los GAL se tardó quince años en hacer justicia y aún se libró míster. Tiempo al tiempo.
¿Es tan grave, tan terrible o tan peligrosa la verdad, como para que se le deba hurtar a la sociedad española? Cito aquí a Abraham Lincoln: se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.
Sólo los 192 fallecidos y los más de 1600 heridos son incuestionables. Ellos merecen Verdad y Justicia. Su recuerdo es nuestra con-ciencia y, por ello, nuestra esperanza de que esta España aún tiene arreglo. Esa vela prendida en su memoria es una luz al final de nuestro túnel. Mantengámosla encendida.

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EL LETRERITO; EL PADRE SONSECA

Que bonito el letrerito
De la puerta de la ermita
Que lindo, que buen puestito
Que cosa mas chiquitita
Para ver que es lo que reza
Con la puerta me he topado
Y un golpe en la cabeza
Con la rejita me he dado
Y a la vera y por delante
Junto a la famosa ermita
Una mano suplicante
Como pidiendo platita
No pidas mas al viajero
Dijo una voz celestial
Que yo pondré el dinero
PARA UN CARTEL DESCOMUNAL
Nuestra ermita del Cristo de la Ago-nía, se merece un LETRERO, no el letrerito que hay encima de la puer-ta apenas legible.
Debe estar, al menos, acorde con la magnitud de la mano que tiene al lado.
No demos que hablar.

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