“No es lo mismo predicar que dar trigo”. Se les llena la boca cada vez que descubren una nueva frase, que parece que adorna bien los discursos y arengas demagógicas. Me refiero, concretamente, a la tan traída y llevada “eficacia y eficiencia”. Poco se ha demostrado la eficacia y, mucho menos, la eficiencia en la gestión de ayuda a los vecinos respecto al problema de las inundaciones del río Azuer. No ha existido un protocolo de actuación, ni Policía Local ni Protección Civil pudieron hacer más de lo que hicieron, porque los números eran tan escasos que demás aportaron. Cierto y verdad es que me llamó la atención el no ver demasiados voluntarios de Protección Civil, como en Feria y principalmente el día de los toros o cabalgata suele suceder; tampoco vi ningún trabajador ni fijo ni temporales de los planes de empleo, que bien los podrían haber enviado para ayudar a los vecinos, en vez de seguir “pintando sobre pintado, las veces que haga falta”. Los medios con los que contaron los vecinos fueron sus propias manos, cubos, cepillos y lágrimas, que se sumaban al agua del río. Nunca un Ayuntamiento será capaz de ser tan inepto y tan insolidario; ni se mojaron los pies, llevaban ya los zapatos de la cena, ni se acercaron a ver a los vecinos y a hablar con ellos, pero eso no lo digo yo, que se lo pregunten a los mismos vecinos. Eso sí, se le ofreció irse a dormir a algún Hotel de la localidad, como si alguien se pudieran ir a la cama con lo que tenía en su casa..., ¡qué insensatez y qué estupidez! Quizás hubiese sido mejor haber acercado un café caliente o un caldo, a eso de las cuatro o cinco de la madrugada, ya que los vecinos estaban en vela, porque esa noche no se calentaron las camas, tan sólo ratos de sofá y sillón y otra vez al tajo, para ver con esperanza si las aguas ayudaban un poco a bajar sus niveles.
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