Permítanme hacer una reflexión de esta dualidad, ahora que parece de nuevo, que ser empresario es una manifestación de oportunidad en vez de un riesgo y que ser joven es más bien un gesto carente de valores.
Imagínense por tanto lo que significa ser joven y empresario a la vez, no me extraña que nadie quiera serlo, ni la educación nos lo muestra co-mo una forma digna de ganarse la vida, ni las familias lo enseñamos como una forma de vivir, ni la sociedad lo admite como una forma de sobrevivir.
Pues déjenme que les explique cómo somos los jóvenes que además somos empresarios:
Corta edad pero madura. Atrevidos pero ingenuos.
Hechos así mismos. Caracterizados por un corazón de hierro.
Calificados de duros y casi nunca realizados. Con miras pero sin metas.
Con familia pero sin ellas. Con tiempo si el día tuviera veinticuatro horas.
Dirigiendo y a veces sin quererlo. Como el sol de medianoche y a veces sin verlo.
Maldita combinación de extraordinarios sentimientos, quizá remarcados por una actividad vital llena de pasiones, en un mundo donde los sentimientos son prohibitivos a los que, en teoría, amasamos la llamada “pasta” y movemos el círculo económico.
Caminamos como funambulistas, a veces más cerca del suelo que de tocar el cielo, con la preocupación que causa una caída, que no es de uno solo sino de todo un equipo y que si esta se produce seguro será culpa nuestra. Con el triunfo si este llega, como lema de nuestros sueños.
Jóvenes y Empresarios. ¿Es casta o raza?, ¿es casualidad o ingenio?, ¿es una forma de vivir o es la vida que nos ha tocado?, ¿es innato o aprehendido?, ¿se nace o se hace?...
Maldita combinación de extraordinarios sentimientos.
Aprendan a sentir, a proyectar, a propugnar, a fomentar la cultura empresarial entre los jóvenes.
Imagínense por tanto lo que significa ser joven y empresario a la vez, no me extraña que nadie quiera serlo, ni la educación nos lo muestra co-mo una forma digna de ganarse la vida, ni las familias lo enseñamos como una forma de vivir, ni la sociedad lo admite como una forma de sobrevivir.
Pues déjenme que les explique cómo somos los jóvenes que además somos empresarios:
Corta edad pero madura. Atrevidos pero ingenuos.
Hechos así mismos. Caracterizados por un corazón de hierro.
Calificados de duros y casi nunca realizados. Con miras pero sin metas.
Con familia pero sin ellas. Con tiempo si el día tuviera veinticuatro horas.
Dirigiendo y a veces sin quererlo. Como el sol de medianoche y a veces sin verlo.
Maldita combinación de extraordinarios sentimientos, quizá remarcados por una actividad vital llena de pasiones, en un mundo donde los sentimientos son prohibitivos a los que, en teoría, amasamos la llamada “pasta” y movemos el círculo económico.
Caminamos como funambulistas, a veces más cerca del suelo que de tocar el cielo, con la preocupación que causa una caída, que no es de uno solo sino de todo un equipo y que si esta se produce seguro será culpa nuestra. Con el triunfo si este llega, como lema de nuestros sueños.
Jóvenes y Empresarios. ¿Es casta o raza?, ¿es casualidad o ingenio?, ¿es una forma de vivir o es la vida que nos ha tocado?, ¿es innato o aprehendido?, ¿se nace o se hace?...
Maldita combinación de extraordinarios sentimientos.
Aprendan a sentir, a proyectar, a propugnar, a fomentar la cultura empresarial entre los jóvenes.
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