Han pasado casi seis años y aún mantengo en mi retina las imágenes de aquel día… y de muchos días después. Hoy que discutimos por las libertades de unos y otros. Discutimos si es lícito o no la pena a cadena perpetua. Discutimos políticamente lo que moralmente todos comprendemos. ¿Dónde quedó la libertad de aquellas 192 personas que una mañana, cuando iban a su trabajo, a estudiar o simplemente a desayunar con un amigo perdieron la vida en la trágica, dolorosa, cruel y despiadada matanza de los trenes de Madrid? ¿Dónde quedó la libertad de las familias que perdieron, de una manera absurda e incoherente a sus seres queridos? ¿Dónde quedó la libertad de los que, después de todo este tiempo, siguen levantándose cada día con la imagen de la muerte, el dolor, la rabia y la impotencia que provocó un acto como aquél?
Pero no, Nosotros somos así. Tenemos que ser solidarios, altruistas y, si es posible, evitar condenar a quien de verdad se lo merece a que pague con su pérdida de libertad el resto de sus días. Creo que nos equivocamos.
¿Cuántos años llevamos padeciendo los atentados terroristas en España?
¿Dónde está la libertad para los padres de Sandra Palo, Mª Luz Cortés o Marta del Castillo? Si, tres niñas cuya muerte ha calado profundamente en el corazón de todos los españoles porque, si la muerte de un niño es triste de por sí, la manera despiadada de asesinar a estas niñas no tiene calificativos.
¿No se merecen sus asesinos quedar confinados entre rejas para el resto de sus días? ¿No se merecen sus asesinos no volver a pisar la calle?
Nos hablan de reinserción social. Es evidente que habrá quien se reinserte, no lo pongo en duda. Pero una persona capaz de asesinar con sus propias manos a una persona indefensa no debería tener derecho a ningún tipo de reinserción. Quien lo haga, que lo pague.
Sería la única manera de que quien ha perdido a su ser querido -porque alguien un día decidió acabar con su vida- consiga, al menos, saber que nunca más realizará un acto similar.
Mientras tanto, mientras esto no ocurra, seguiremos despertando con el olor a humo, con la imagen de unas personas volando-literalmente-por los aires. Con la imagen de los cuerpos mutilados, de la carne quemada, de los trenes destroza-dos…de las niñas que no volvieron a su casa.
La ley ha de cambiar. Los asesinos han de pagar.
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