LA CALLE DE LAS MONJAS; El sufrido paseante

Una de las calles más céntrica del casco histórico, a la vez castiza y señorial, es la calle de las Monjas y su continuación en Blas Tello, el firme adoquinado y las aceras, aunque estrechas como corresponde a una calle centenaria, no desentonan del conjunto urbano en el que se encuentra. Las casas, en algún caso palacios blasonados, enseñan sus portadas, balcones y rejas, llamadores y miradores, contribuyendo a darle una imagen, por otro lado real, de antiguo caserío hidalgo.
Quienes la paseen tienen innumerables detalles en los que fijar su atención, para el adorno de puertas y portadas atesora una interesante colección de distintos llamadores, la piedra, el yeso y la cal destacan de muy diversas maneras en ornato de las fachadas, en muchos casos rematadas con elaborados salientes en los aleros de los tejados.
Pero, quien recorra por su longitud y pretenda observar el conjunto se encontrará un pequeño inconveniente como es el descuido y desidia con que desde hace decenios se mantienen las sucesivas instalaciones de cableado eléctrico a lo largo de toda esta calle tan típica.
En su primer tramo, desde la calle del Carmen, sobre los tejados de varias de las casas, son no menos de media docena los postes de madera los que se localizan, cargados de jícaras de cristal, menos mal que sin cables, que seguro que hace más de medio siglo dejaron de cumplir su función tecnológica para pasar a ser un añadido sin necesidad de mantenerse en la calle.
Claro que estos elementos por su antigüedad y rareza se pueden incluir en el catalogo de restos arqueológicos, sin embargo los innumerables cables que cruzan entre ambos laterales de toda la calle, sujetos a los muros de las casas particulares, afeando el entorno y poniendo en peligro instalaciones y fachadas no son ni tan antiguos ni tan inocuos, de manera que no hay fotografía de la arteria en la que no encuentres unos “cachos de cables colgando”.
Hemos conocido que hace unos años, en el última reforma de una de las casas más interesantes de este ambiente, en la plaza de las Monjas, la casa en que estuvo situado el palacio de Justicia a finales del XIX, sus actuales propietarios pretendieron arreglar o disimular de alguna forma los cables que afean en gran modo la fachada del edificio, por supuesto no hubo acuerdo con el Ayuntamiento y los propietarios tuvieron que asumir los gastos de una labor de ornato del medio urbano.
Esto es lo que descalifica a nuestros actuales representantes locales, ellos son quienes deberían liderar la sensibilización sobre nuestro casco histórico y su valor, en lugar de abandonar, por desidia o por ineficacia, un ámbito de gestión que no les interesa para nada, transmitiendo a los ciudadanos la falta de interés en mantener un entorno urbano digno de estimación.

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EL LETRERITO; EL PADRE SONSECA

Que bonito el letrerito
De la puerta de la ermita
Que lindo, que buen puestito
Que cosa mas chiquitita
Para ver que es lo que reza
Con la puerta me he topado
Y un golpe en la cabeza
Con la rejita me he dado
Y a la vera y por delante
Junto a la famosa ermita
Una mano suplicante
Como pidiendo platita
No pidas mas al viajero
Dijo una voz celestial
Que yo pondré el dinero
PARA UN CARTEL DESCOMUNAL
Nuestra ermita del Cristo de la Ago-nía, se merece un LETRERO, no el letrerito que hay encima de la puer-ta apenas legible.
Debe estar, al menos, acorde con la magnitud de la mano que tiene al lado.
No demos que hablar.

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