ENTREVISTA A JUAN ANTONIO LÓPEZ MANZANARES por ENRI G. CHAPARRO Y FELIPE MOLINA

Juan Antonio López Manzanares es una persona con un entrañable carisma personal y humano. Hablar con él de sus experiencias y vivencias es transportarse en el tiempo y el espacio a rincones de lugares distantes a miles de kilómetros de Manzanares. Este hombre, maestro de vocación, que hoy roza ya una mitad de siglo, decidió hace años dedicar su vida a ayudar a los más necesitados en tierras sudamericanas. Su testimonio es prueba fehaciente de la existencia de corazones altruistas y solidarios.
¿Cómo, cuándo y dónde empieza tu vida misionera?
Hace aproximadamente unos veinte años. Yo trabajaba como maestro y empecé a trabajar también en la parroquia de Altagracia, en la pastoral con jóvenes que era interparroquial. Allí conocí a D. Julio Donoso que fue el que me habló de los trabajos de los misioneros y, a través de él, conocí la organización OCASHA (cristianos por el sur). Estuve un año en Madrid, en la Escuela Pío XII, recibiendo formación concreta, como misiología y preparación para la realidad con la que allí nos íbamos a encontrar. Una vez acabado esto fuimos enviados a Yuri maguas, en plena selva del Perú.
¿Cuál era tu misión allí?
Bueno, primero os voy a explicar unos detalles. Estas misiones van promovidas por los obispados. Cada obispado presenta una serie de proyectos y piden personal para ellos. El vicariato de Yuri maguas era el destinatario de uno de esos proyectos. Para ello hacía falta un grupo de cuatro personas y en ese entré yo. Se necesitaba un administrador para el vicariato, un monitor para la escuela taller especializado en carpintería y electricidad, otra persona que trabajara con los nativos y alguien que creara un equipo de comunicadores sociales, y esa iba a ser mi misión. El vicariato tenía una emisora pero no había personal cualificado. Allí la radio es más que nada una escuela formativa. Toda la alfabetización, prácticamente, se hace a través de las ondas. Así es que empecé a capitanear un equipo. Llegamos a transmitir en onda corta, cubriendo prácticamente toda la zona de la selva.
Conociendo esta forma de trabajar, ¿cuál era el objetivo final del proyecto?
Pues el objetivo general era el de poner en marcha ese proyecto del que os acabo de hablar, incorporar a la gente indígena al mismo, enseñarles el trabajo, el funcionamiento de la emisora y, una vez aprendido, dejadles a ellos solos al frente de la misma. En este caso asumimos ese reto con 20 personas, jóvenes nativos, hombres y mujeres en torno a los 25 años, a los que preparamos como futuros reporteros y locutores. Ese periodo de formación duró dos años y puedo deciros que, a día de hoy, esa emisora sigue funcionando, transmitiendo y formando al resto de los indígenas.
¿Qué nos puedes contar de aquellas personas, de sus usos, costumbres, tradiciones …?
Son personas muy hospitalarias. Te reciben en sus casas y te tratan como al principal, como al mejor. Todo te lo ofrecen a ti en primer lugar. Tienen costumbres ancestrales, y unas creencias firmes. Su religión está ligada a la naturaleza. Ellos entienden a ésta como la Madre Creadora. En eso se asemejan a nosotros con nuestro Dios Creador. Por otro lado, a pesar de esas raíces, ellos ven a nuestra iglesia con muy buenos ojos, ya que para ellos es la promotora del desarrollo y la cultura de sus pueblos. Digamos que van unidos históricamente. Además, nuestra iglesia siempre ha sido muy respetuosa con sus costumbres. Hay que tener en cuenta, que nosotros, además de lo que os he contado de la emisora, durante todo ese tiempo les ayudamos con otros proyectos como granjas integrales, transformadoras de arroz, huertas, con el fin de que tuvieran la posibilidad del autoconsumo. También en tareas de formación y promoción de la salud, ya que allí no hay hospitales, y se les enseña unos primeros auxilios con los que poder salir adelante, teniendo en cuenta que existen muchas enfermedades e infecciones provocadas por insectos, por ejemplo. Pero sobre todo se les enseña a prevenir. En eso sí que he de decir que son muy meticulosos con su higiene personal, son muy limpios a pesar de que se pueda creer lo contrario.
¿Qué mueve a una persona a dejarlo todo y marcharse a vivir a plena selva sudamericana?
La fe. Ese es el motor principal. Allí sientes mucho más la cercanía de Dios. Yo lo definiría como la locura y la aventura de Dios. Tiene también un componente de aventura pero, en mi caso particular, ha sido eso, la fe y vivir más cerca de él a través de la ayuda a estas personas.
¿Merece la pena?
Por supuesto. Yo aprendí que el sur también existe y eso es lo que quiero seguir transmitiendo. Aquellas personas nos necesitan por-que mientras se les siga explotando seguirá existiendo un gran des-equilibrio. Es cierto que ahora se les ayuda, se invierte en ellos, pero no hay que olvidar cuánto se ha explotado sus recursos naturales.
Llevas el sur en tu corazón, ¿cómo transmites hoy por hoy ese mensaje a quienes no lo conocen, o no lo quieren conocer?
Hoy por hoy existe una pérdida de valores. Se ha producido una relajación en la humanidad. Pero el sur está allí. He dado conferencias y charlas en distintos lugares de nuestra geografía, siempre a
través de la iglesia, pero canalizados desde OCASHA. Es importante que el mensaje no se pierda.
Si alguien estuviera interesado en trabajar en alguno de estos proyectos de ayuda al tercer mundo, ¿dónde podría dirigir-se?
Existen muchos proyectos, tanto a través de la Iglesia como de las Administraciones públicas. Concretamente en Castilla la Mancha se ofertan tanto a nivel local, regional y autonómico. Hoy por hoy, las que vienen de un lado como del otro son complementos las unas de las otras.
¿Volverás?
Por supuesto. Yo regresé porque mis padres estaban mayores y necesitaban de mi ayuda para cuidarles. Mi madre falleció hace unos años y ahora vivo con mi padre al que cuido y con el que estaré hasta que Dios así lo quiera. Siempre hay un gusanillo que se te mueve por dentro. Sí, sé que volveré, pero también sé que hoy mi misión está aquí, al lado de mi padre.
No se puede concluir esta entrevista sin agradecer, profundamente a Juan Antonio todo lo que nos contó. Evidentemente mucho hemos dejado en el tintero por falta de espacio. Hablar con personas como él engrandece a quien le escucha.

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EL LETRERITO; EL PADRE SONSECA

Que bonito el letrerito
De la puerta de la ermita
Que lindo, que buen puestito
Que cosa mas chiquitita
Para ver que es lo que reza
Con la puerta me he topado
Y un golpe en la cabeza
Con la rejita me he dado
Y a la vera y por delante
Junto a la famosa ermita
Una mano suplicante
Como pidiendo platita
No pidas mas al viajero
Dijo una voz celestial
Que yo pondré el dinero
PARA UN CARTEL DESCOMUNAL
Nuestra ermita del Cristo de la Ago-nía, se merece un LETRERO, no el letrerito que hay encima de la puer-ta apenas legible.
Debe estar, al menos, acorde con la magnitud de la mano que tiene al lado.
No demos que hablar.

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