EL PRIMER DESPROPÓSITO DE ZAPATERO. por FELIPE MOLINA GÁMEZ

Es opinión generalizada de los entendidos que el mayor problema geoclimático que ha padecido, y padece, buena parte de la península Ibérica es la falta de agua o sequía. Desde tiempos inmemoriales todos sus habitantes: romanos, árabes, españoles y portugueses, propiamente dichos, hemos tenido que buscar el agua de la manera más ingeniosa posible porque la madre naturaleza nos la ha negado y cuando nos la ha dado ha sido tan poco prudente que se nos ha atragantado.
Bien sea conservándola (embalses) bien sacándola de las entrañas de la tierra (pozos) o bien llevándola desde donde se encuentra y sobra a donde falta y se la necesita (canales, acequias, tuberías, acueductos, trasvases, etc., etc.) los españoles nos hemos convertido en un pueblo experto en el aprovechamiento de nuestros recursos hídricos, junto con israelíes y estadounidenses, excepto en estos últimos cinco años. Esta excepción la constituye la derogación del trasvase del Ebro por parte del desgobierno que preside R. Zapatero la cual era la principal actuación que contemplaba el Plan Hidrológico Nacional del año 2001.
La posibilidad de trasvases intercuencas ya fue contemplada por los regeneracionistas, cuyo principal representante fue el aragonés Joaquín Costa Martínez. “Pan y escuela” es una de sus conocidas frases y, claro está, para producir alimentos es imprescindible el agua, por lo que hicieron de la política hidráulica unos de sus principales emblemas. En la misma línea se movió el plan de actuaciones hidráulicas o plan Gasset de 1902.
Pero fue Manuel Lorenzo Pardo, curiosamente otro aragonés, ingeniero de caminos, fundador de la confederación sindical del Ebro y diseñador del embalse del Ebro, quien en 1933, bajo la dirección del gobierno radicalcedista confeccionó el primer proyecto de trasvases intercuencas, uno Tajo-Segura y otro, de menores dimensiones, Ebro-comarca de Vinaroz.
Pasada la Guerra Civil se redacta el Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1940 donde ya se contempla el trasvase del Ebro a Valencia, Murcia y Almería tal y como lo conocemos hoy, junto con otro trasvase hasta el Campo de Tarragona y Reus. El proyecto fue redactado por el ingeniero jefe, y presidente de la Confederación del Ebro, Félix de los Ríos. Queda así reflejada otra muestra más de lo que han cambiado, con el tiempo, los puntos de vista y de lo egoístas y particularistas que se han vuelto los aragoneses, en términos generales.
Otros planes que se proyectaron por aquellos años cuarenta, siguiendo más o menos las mismas líneas de actuación, fueron los de la delegación de Falange de Murcia y la propuesta por el ingeniero Sánchez Cuervo, quien añadió el trasvase Tajo-Segura e importantes zonas de regadío en la provincia de Albacete.
En el plan de 1967, diseñado por la Dirección General de Obras Hidráulicas, se contemplan ambos trasvases y otro, también de proporciones importantes, a la cuenca interior de Cataluña, bus-cando remediar las necesidades de agua para uso poblacional e industrial de Barcelona y las comarcas del Vallés. Fruto tangible de este plan fue el trasvase Tajo-Júcar-Segura, único trasvase intercuencas llevado a efecto hasta el momento en España. Sus obras se iniciaron en 1970 y su puesta en funcionamiento en 1978.
El siguiente paso significativo en la evolución de los trasvases lo constituye el esquema planteado en el Anteproyecto de Ley del PHN de 1993. Su objetivo coincide con el de planes anteriores en cuanto a resolver el déficit de las cuencas internas de Cataluña, del Levante y del Sureste, incorporando, además, otras zonas deficitarias como la cabecera del Guadiana (desecación de las Tablas de Daimiel) las marismas del Guadalquivir y el centro-sur de Cádiz (cuencas del Guadalete y Barbate). La sequía de principios y mediados de los noventa tuvo mucho que ver en este nuevo planteamiento así como las nuevas preocupaciones medioambientales.
En realidad, este proyecto del ministro Borrell- otro catalanoaragonés, por cierto- era una gran parrilla de tuberías por toda la geografía española, no sólo ya en las cuencas de orientación mediterránea, pues preveía trasvases desde el Duero y Norte al Segura y al Júcar y desde el Tajo al Guadiana y al Guadalquivir, una inmensa y preciosa obra de hormigón, he oído decir en los medios a algún técnico en la materia. Y ante todo, la construcción del gran río español del Mediterráneo, desde Gerona a Almería, casi 950 kilómetros de canales, túneles, acueductos, estaciones de bombeo y embalses de regulación, destinados a paliar una sequía milenaria y a garantizar el desarrollo económico de las provincias y regiones más activas de España: Almería, Cataluña, Murcia y Valencia.
El proyecto del 93 fue, como casi otras muchas veces, sencilla-mente eso, un proyecto, porque las condiciones económicas de la Hacienda Pública de la administración socialista de entonces no daban ni para pagar las pensiones, de manera que, como en otras ocasiones, todo quedó en aguas de borrajas y eso que la sequía de mediados de los noventa apretaba de lo lindo.
Una vez que las cuentas de la Administración fueron saneadas, y que la economía española crecía y mejoraba con el gobierno de José María Aznar López, se volvió a retomar el proyecto del trasvase del Ebro, como parte de una nueva ley del Plan Hidrológico Nacional, en el año 2001 . Este Plan 2001, de la ministra Isabel Tocino, era de proporciones más modestas que el de 1993, de José Borrell, pero también era más realista.
En primer lugar, desaparecían los proyectos de trasvase inter-cuencas desde el Duero y cuenca Norte al Júcar-Segura, vía Acueducto Tajo Segura (ATS) y, en segundo lugar, se reducían las transferencias de agua del Ebro. Los 1850 hectómetros cúbicos del 93 se reducían a 1050, poco más de la mitad, 200 para Cataluña y el resto para Levante y Sureste.
Toda esta larga historia de ilusiones, anhelos de mejora de vida de los españoles y patriotismo, se vieron truncados fatalmente la mañana del 11 de marzo de 2004 con la matanza de los trenes de Madrid y el pucherazo socialista en las elecciones del domingo 14 de Marzo. Con la fraudulenta entrada en el gobierno
de la nación de R. Zapatero, los siempre particularistas y egoístas catalanes, en términos generales, unidos a los, ahora sí, particularistas y egoístas aragoneses, pidieron el peaje a “Rodríguez” por haberle dado su billete a la Moncloa. Y el peaje consistía en negar la existencia de la nación española, y no había mejor manera de negar al resto de los españoles, que negar-les lo que tanto y tantos hemos necesitado a lo largo de los siglos: el agua y, en consecuencia, el pan.
FELIPE MOLINA GÁMEZ
“NI UNA DE GOTA DE AIGUA SALDRÁ DE CATALUNYA” –Declaraciones de Pascual Margall, Secretario General de los Socialistas catalanes y presidente de la Generalidad de Cataluña en 2003.

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EL LETRERITO; EL PADRE SONSECA

Que bonito el letrerito
De la puerta de la ermita
Que lindo, que buen puestito
Que cosa mas chiquitita
Para ver que es lo que reza
Con la puerta me he topado
Y un golpe en la cabeza
Con la rejita me he dado
Y a la vera y por delante
Junto a la famosa ermita
Una mano suplicante
Como pidiendo platita
No pidas mas al viajero
Dijo una voz celestial
Que yo pondré el dinero
PARA UN CARTEL DESCOMUNAL
Nuestra ermita del Cristo de la Ago-nía, se merece un LETRERO, no el letrerito que hay encima de la puer-ta apenas legible.
Debe estar, al menos, acorde con la magnitud de la mano que tiene al lado.
No demos que hablar.

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